lunes, 19 de diciembre de 2011

¿Por qué no me gusta la Navidad?


Esta semana llega la así llamada "Navidad".

Recuerdo que cuando niño la esperaba con enormes ilusiones.

No solo por el hecho de que debajo del arbolito de navidad aparecerían regalitos, o de que el mero día veinticinco a media mañana, llegaba mi padrino Luis Aurelio Zepeda Castañeda, mi madrina Elvira Hernandez y mis queridísimos primos Livier Zepeda Hernandez, Elvira Zepeda Hernández y Luis Zepeda Hernández.

A mi lo que me encantaba era que desde el día de mi cumpleaños (último día del mes de noviembre), todo se convertía en lucesitas, villancicos, cajas, envolturas y moños de regalo.

Que decir aquella nochebuena de 1977, en el que Sergio Zepeda Castañeda nos invitó a pasarla a su casa, la cual ya estaba "hasta el full" con todo el Clan Zepeda Castañeda.

Qué maravillosa ocasión. Recuerdo cuando nos mostraron ese trenecito eléctrico (creo que era un Lionel original) escala H-O. Esas locomotoras a escala, los vagones que se contoneaban sobre esas vías de plástico y metal.

Cómo recuerdo también aquella ocasión en la que mis abuelos maternos llegaron a visitarnos y a pasar con nosotros la noche buena y la navidad. Ir a "Plaza Patria" a comprar los regalos, cenar, hacer el "relajo" correspondiente.

Todo esto muy bien. Pero recuerdo mucho aquella ocasión en la que, como ya era costumbre en los Torres Martín del Campo, no existía ya ese ánimo. Prácticamente yo era ese loco que colocaba el árbol, hacía la cena y a la mera hora, ya no había nadie con quien compartirla.

Ante tal éxito, salí de la casa con toda esa comida que había preparado. Deambulé por un rato y sin darme cuenta, me encontraba en uno de los barrios más populares de la Ciudad de Guadalajara.

Gente gritando, un tipo disparando su pistola al aire, gritos, silbidos, luces de bengala... Todo ello magnífico.

De repente algo me hizo voltear y ver, en el pórtico de una vivienda abandonada, un viejecito que por alguna razón estaba aún sentado y despierto.

Detuve la marcha de mi vehículo y le saludé. Él me regresó el saludo de manera amable y humilde. Le pregunté si había ya cenado. Al recibir un no por respuesta saqué de inmediato la comida del carro.

Improvisando un pic-nic callejero, nos sentamos a la mesa ese Señor y Yo. Cenamos, charlamos de mil y un cosas. Nos dimos un abrazo y tras obsequiarle los trastos y la comida que quedaba, procedí a marcharme.

Esa creo yo que fue mi mejor navidad "En Familia". Esa con el tipo del Pórtico que sin pedirme nada, le di todo lo que yo tenía.

Desde entonces pues es que yo ya no veo la Navidad con los mismos ojos. Tras la trágica muerte de ese Señor del Pórtico me quedó claro que ya no había motivo para celebrarla.

Ahora la "navidad" no es otra cosa que mercaderes hipócritas ofreciendo a gritos sus "ofertas" y sin escrúpulo alguno, se dan a la tarea de ir tras nuestro dinero "a meses sin intereses".

¿Qué es lo que entonces debiese ser La Navidad? Pues creo yo que la oportunidad de abrazar y compartir a esos desconocidos de los porticos. Dar todo en esa noche sin esperar nada a cambio.

¿Qué no es eso lo que se supone que un tal dios hizo por nosotros en ese momento?

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